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La construcción del canal de Panamá se convirtió en un proyecto prioritario para Estados Unidos, ya que representaba una herramienta para obtener ventajas económicas y comerciales.

La construcción del canal de Panamá se convirtió en un proyecto prioritario para Estados Unidos, ya que representaba una herramienta para obtener ventajas económicas y comerciales. | Foto: EFE

Publicado 26 junio 2017



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El canal reporta beneficios que han sido aprovechados históricamente por Estados Unidos y un grupo minoritario de panameños. Inicialmente, los norteamericanos lideraban la administración del canal, pero el control del mismo pasó al Estado de Panamá.

La apertura oficial del Canal de Panamá significó un hito histórico al unir los océanos Atlántico y Pacífico y evitar sortear el Cabo de Hornos en Argentina, que hasta el momento era la única forma de cruzar el continente americano por vía marítima.

Actualmente, pese a que el control reside en el Gobierno panameño, Estados Unidos ha sido ampliamente beneficiado por el mismo, así como la élite del país centroamericano, que controla las rentas provenientes del mismo.

¿A quién favorece realmente?

El proyecto del canal de Panamá ha sido sostenido con base en los intereses comerciales británicos, norteamericanos y franceses, junto a los de una burguesía panameña que fue, durante años, socia menor de los actores extranjeros, y que al no tener un proyecto nacional concreto, desaprovechó los dividendos obtenidos por el canal de Panamá.

Sin embargo, a pesar de que estos grupos fueron favorecidos por la renta económica, la administración del canal era controlada por Estados Unidos. El enriquecimiento no derivó en una redistribución equitativa de la renta y el control estratégico tampoco fue geopolíticamente aprovechado por Panamá, ya que el canal pasó a ser una zona controlada por Washington.

>> Cronología de la ampliación del Canal de Panamá

Recién en 1977, el jefe de Gobierno panameño Omar Torrijos y el presidente norteamericano Jimmy Carter acordaron mediante un tratado internacional la entrega de la administración del canal a Panamá, al tiempo que se garantizaría el libre tránsito y la neutralidad a perpetuidad del mismo.

La trasferencia sería consolidada en 1999, por lo que la dirección del canal pasó a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), propiedad del Estado. Pese a esto, aun está en duda que la redistribución de la riqueza llega a manos del pueblo panameño.

Según datos del Fondo Monetario Internacional, la tasa impositiva del país es mucho menor a la que existe en el resto de los países centroamericanos y suramericanos, lo que favorece a los sectores más acaudalados de la población. Por lo tanto, los ingresos canaleros se destinan en gran parte a solventar los bajos impuestos que pagan este grupo minoritario.

La mayoría de la población no es partícipe de las grandes decisiones relacionadas al canal ni en sus beneficios. Los ciudadanos demandan que las ganancias del canal permitan un desarrollo equilibrado del país, una mayor atención hacia el campesinado, los grupos indígenas y los sectores urbanos más desfavorecidos, además de una reforma tributaria y más inversión dirigida a solucionar el déficit que existe en infraestructura y servicios públicos fundamentales.

El canal, un instrumento histórico

Para inicios del siglo XX, Estados Unidos, bajo el mandato del presidente Theodore Roosevelt, empezó a consolidarse como potencia hegemónica en la política internacional, por lo que la construcción del canal interoceánico fue el centro de su política y lo más relevante de su mandato en asuntos internacionales.

Pese a que los proyectos internacionales para su construcción iniciaron durante 1850, sería entre 1879 y 1889 cuando una compañía francesa, dirigida por el ingeniero del Canal de Suez, Ferdinando de Lesseps, intentaría construir un canal de Panamá, aunque sin éxito. Gracias a la "ley Spooner", los norteamericanos obtendrían el derecho de realizar el canal.

>> 1994: Se retira el Ejército estadounidense del Canal de Panamá

Sin embargo, la oposición del Senado colombiano a ratificar el tratado Hay-Herrán (donde Colombia cedería diez kilómetros de su territorio a Estados Unidos a cambio de diez millones de dólares y un pago anual de 250.000 dólares) ocasionó que Estados Unidos se involucrara con los intereses independentistas de Panamá para realizar su proyecto.

A través de varias estrategias, Estados Unidos ayudó al proceso de independencia y reconoció la soberanía de Panamá en 1903, país con el que firmaría un acuerdo para la construcción del canal. Las condiciones planteadas inicialmente a Colombia se mantuvieron, sólo que los norteamericanos consiguieron 16 kilómetros adicionales a los establecidos.

Las condiciones poco favorables de la nueva república panameña les obligaba a firmar el pacto, ya que los norteamericanos podían ocupar la zona del canal sin pagar, dejar de proteger a la nueva república o construir el canal en Nicaragua, lo que significaría el abandono de los revolucionarios panameños, quienes temían un posible ataque del Ejército de Colombia.

Pese a los problemas sufridos durante la construcción, especialmente la propagación de las enfermedades como la fiebre amarilla o la malaria, que fueron la causa de muerte de muchos trabajadores, el Canal sería finalizado en 1914 con el presidente estadounidense Woodrow Wilson, por lo que los norteamericanos obtuvieron la herramienta necesaria para posicionarse como gran potencia continental y ejercer su control imperialista en los pueblos latinoamericanos durante casi un siglo.


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